miércoles, 25 de agosto de 2010

A entornos cambiantes, habilidades cambiantes

Hace un tiempo que empecé a redefinir mi carrera. No porque no me haya gustado lo que mi vocación me indico como camino de vida, sino porque hay ciertos momentos en que nos replanteamos si lo que hacemos nos da el placer suficiente para todos los días continuar con nuestra tarea. En definitiva la pregunta, un poco filosófica y transicional, me conducía a preguntarme por el nuevo tipo de perfil profesional.
¿Qué tipo de habilidades serán necesarias para los próximos 10 o 15 años? En una época donde el trabajo cada vez mas se esta transformando en una actitud mucho mas que un lugar especifico, ¿qué características tendrá ese nuevo puesto laboral? Y quizás lo más importante ¿Cómo nos adaptaremos a estos cambios los que debemos conducir personas?

Hace un tiempo que soy docente en la Untref virtual y allí dicto la materia Cultura comunicación y conflicto en las organizaciones y lo que más me llama la atención son los temas vinculados con las emociones que experimentamos los seres humanos ante los cambios en los ámbitos en que nos desenvolvemos. Precisamente por esto es que vinculo la realidad del nuevo trabajo con los conflictos que ocasionan las modificaciones en nuestros paradigmas existenciales.

Este video ayuda a comprender más gráficamente el nuevo escenario.


jueves, 19 de agosto de 2010

Crisis públicas via prezi

Con motivo de una curso de capacitación que dicte hace algunos meses, repasé algunas ideas sobre manejo de crisis públicas. Para hacerlo mas puntual lo expresé via Prezi. Me pareció interesante compartirlo.

jueves, 5 de agosto de 2010

Construyendo liderazgos extraordinarios



Reconocerse como líder extraordinario no es un reto sencillo, mas allá de autoconocerse comporta el tomar las decisiones y actuar con responsabilidad y honor. Esa idea todavía me sigue generando pensamientos. Parecen pautas sencillas de seguir: hacer lo que se debe tiene un efecto tranquilizador sobre nuestra consciencia. Personalmente tengo la responsabilidad de conducir a más de cien personas y tengo la sensación, cuando debo tomar decisiones difíciles que pueden afectar a otros, que me encuentro solo. Recuerdo que Catalina la Grande mencionaba que ante la muerte y las decisiones, todos estamos solos. Esta noción siempre ronda mi cabeza porque decidir implica vulnerar un interés. Lo que reconforta, luego de pasar por esta situación es, sentirse bien con uno mismo. No es posible superar el juicio de la propia conciencia si conseguimos hacemos las cosas sin ser conscientes de nuestras responsabilidades.

Ante una determinada circunstancia siempre tenemos un margen de libertar para decidir y emitir nuestra respuesta, la cual ocasionará un determinado resultado. Repensar estas ideas detenidamente, implica preguntarse por la manera de encarar los problemas. Tengo la oportunidad de dictar cursos sobre manejo de crisis públicas y una de las primeras consignas, al presentar los casos, es interrogar sobre la forma de interpretar los hechos. Así como sea nuestro modelo mental, así será nuestra interpretación de la realidad y por lo tanto emitiremos juicios o respuestas que generarán consecuencias. Consecuencias tanto para los demás, como para nosotros mismo. Nuestras decisiones modifican la realidad y nos modifican como personas. Constantemente estamos inmersos en un mundo interpretativo donde nos formamos percepciones de cosas que conocemos en mayor o menor medida. Esa interpretación no sólo es racional sino que juegan un importante rol nuestras emociones. Tal como menciona Goleman, la memoria emocional es anterior a la memoria racional. Por lo tanto ante una determinada circunstancia, las emociones corren como un torrente caudaloso y muchas veces hacen precipitar nuestras respuestas. Es allí donde todas nuestras capacidades de conocernos deben entrar en juego. Poder abstraernos de los hechos, no es una tarea sencilla, sin embargo es fundamental para juzgar adecuadamente la realidad, primer paso – necesario - para tomar una decisión.

Soy un convencido que un liderazgo extraordinario debe reconocer al otro en su condición de persona. Esta afirmación que roza lo obvio, deja de serlo a contrastar el trato que muchas organizaciones dan a su capital humano. Durante mucho tiempo este concepto de capital humano fue un vocablo polisémico. Oficina del personal, administración de personal, recursos humanos, y otros tantos términos, dejaban entrever que la persona era considerada una pieza más del engranaje. Basta con recordar el fragmento inicial de la película Tiempos Modernos de Charles Chaplin, para reparar en la analogía que se expone entre el personal y un rebaño de ovejas. No importaba tanto como se llamara o como trabajara, es suficiente con saber que lo hacía. En la medida que fueron cambiando los paradigmas organizacionales, mayor es el peso del factor humano en comparación con el hardware. En la actualidad, donde hablamos de un paradigma comunicativo, el valor de la persona es central. Su experiencia, empatía, carisma y demás atributos personales, construyen de cada persona una marca en sí misma. Por lo tanto es necesario un liderazgo que reconozca esta realidad, que respete el carácter plenamente humano y que tenga presente que quienes nos siguen, estarán pendientes de aquello que hagamos y de cómo lo hagamos. De allí que sea clave la inspiración. El peso de la carga ya no está en los que nos siguen sino en los que lideran, que deben estar a la altura de esa responsabilidad, generando un liderazgo extraordinario de manera constante. Creo, por último, que no se ejerce el liderazgo, sino que se vive el liderazgo y sólo haciéndolo en articulación con nuestros atributos personales estaremos en condiciones de vivirlo de forma plena.